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En cada consulta con seguridad quedan muchas dudas e inquietudes, el objetivo de este blog es que los padres no estén en ignorancia respecto a los problemas de salud de sus hijos.

Lejos ha quedado aquella época donde el médico era el único dueño de los conocimientos, la vida actual hace que los padres sean parte del problema y porque no de las soluciones.

A partir del 12 abril de 2014 atención de Av. La Unión N° 34

Disponible también en Whatsapp y viber

Agradeceré mucho sus comentarios y sugerencias

martes, 26 de agosto de 2014

Andaderas pueden afectar el desarrollo de los bebés

Fueron creadas con el propósito de ayudar a personas que no podían caminar, a quienes habían sufrido un accidente y necesitaban apoyo para movilizarse, o a otros que por su avanzada edad se les hacía difícil caminar. También procuraban ayudar a niños que tuvieran retraso en su desarrollo para gatear o andar.
Pero su uso se popularizó y años más tarde las andaderas estaban en las tiendas de artículos para bebé como un dispositivo para aprender a caminar y ayudar al menor a movilizarse. Padres, pediatras y especialistas en desarrollo infantil las recomendaron.
Sin embargo, el tiempo ha mostrado los efectos nocivos de aquella moda, todavía vigente hoy en algunos hogares.
Un estudio publicado en 2010 en el Bristish Medical Journal resaltó que estos aparatos no solo aumentan el riesgo de accidentes y lesiones graves, sino que retarda el desarrollo del niño y fuerzan al menor a tener posturas y movimientos antinaturales, retrasando el aprender a caminar.
La pediatra panameña Catalina Cuéllar, especialista en ortopedia, destaca que el desarrollo motor va de la mano con el desarrollo mental: el bebé primero se arrastra, luego se sienta, gatea, y, por último, camina. Este ciclo se rompe con las andaderas, que apuran un movimiento similar al caminar y que, a la larga, demorará más que camine sin apoyo.
“Los que gatean hacen un entrenamiento físico e intelectual para aprender a moverse; los que usan andador son más propensos a sufrir lesiones porque no llevaron ese proceso y su mente no sabe cómo coordinar o reaccionar”, explicó Cuéllar.
Para ella, el problema puede ir más allá: “Ahora no hay pruebas científicas suficientes, pero si se hiciera un estudio pormenorizado, con estadísticas de seguimiento, seguramente nos encontraríamos con anomalías en las rodillas y pies de los pequeños”, aseveró.
Rodolfo Hernández, director del Hospital Nacional de Niños, recalca que las andaderas hacen que los niños no se vean las piernas y altera la relación del niño con el espacio. “Parece que la mayoría de los niños se empareja con sus pares entre los 15 y los 18 meses, pero hay que prestar atención. La naturaleza no nos enseña a caminar con las piernas abiertas, pero la andadera sí hace que el niño se movilice con las piernas abiertas”, agregó.
Más riesgos. Accidentes serios tras haber usado una andadera tampoco son excepcionales. El Hospital Nacional de Niños ya recibió tres casos en lo que va del año. Una de las niñas lleva mes y medio hospitalizada, tras llegar con el 25% de su cuerpo quemado.
Los médicos de ese centro médico aseguran que el 30% de los accidentes graves que atienden en bebés menores de un año están relacionados con una andadera.
“Un niño en andadera tiene cuatro veces más riesgo de caerse de un segundo piso que uno que no está en este aparato, dos veces más posibilidades de fracturas y el doble de riesgo de quemaduras y de heridas por objetos punzocortantes”, subrayó Hernández, quien indicó que comenzó una lucha para seguir el ejemplo de Canadá y Brasil, que prohibieron las andaderas.
“El departamento legal del Ministerio de Salud ya está evaluando cuáles parámetros seguir y analiza estudios de otros países para determinar si se prohíbe la venta de estos aparatos. Yo no me voy a cansar hasta que así sea, si ya dos países pudieron, nosotros también podemos”, concluyó el jerarca.
Sin embargo la ministra de Salud, María Elena López, dijo a La Nación que el uso como tal no puede prohibirse , pues “es imposible imponer estas limitaciones a menos que se tenga una evidencia tremendamente firme”.
Indicó que sí harán una campaña para comunicar al público sobre los riesgos de las andaderas.
infografia

viernes, 30 de mayo de 2014

LOS TERRIBLES DOS AÑOS Acabar con las rabietas en cuatro pasos

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Niños tiranos: ¿mimo demasiado a mi hijo?

En el súper, a la hora de irse del parque, o peor aún, en un avión... parece que los niños tuvieran un olfato especial a la hora de elegir el momento más inoportuno para montar el show. Y si la rabieta es con público, mejor.
Los niños nos ponen a prueba constantemente y nosotros nos desesperamos, pero hay que tener en cuenta que no lo hacen con intención de fastidiarnos. Simplemente, todavía no saben expresarse de otra manera.
De momento, el niño no tiene el lenguaje tan desarrollado como para expresar lo que quiere y tampoco sabe todavía cómo manejar el enfado o la frustración que está sintiendo de forma tan intensa. Entonces, ¿qué hacemos? ¿Esperar hasta los 4 años? Se preguntan muchos padres. Lo cierto es que es a partir de esa edad cuando las rabietas empiezan a formar parte del pasado, pero en el día a día, hay muchas cosas que se pueden hacer para, entre todos, acabar con las dichosas pataletas.

1- Prevenir

Anticiparse a la situación es garantía de éxito. Los padres saben perfectamente cuáles son las situaciones que pueden desencadenar una rabieta. ¿Por qué tentar la suerte? No pasa nada por dar un rodeo para no pasar por delante de la tienda de chuches delante de la cual nuestro pequeño angelito disfruta imitando a la niña del exorcista todas las tardes. Y si nos encontramos con amigos en la calle, no podemos pedirle a un niño de dos años que aguante media hora de conversación.
También hay que tener en cuenta que cuando los niños están cansados, hambrientos o incluso cuando están a punto de ponerse malitos están más irritables y son más propensos a las pataletas.

2- Despistar

A María se le ponen las orejas rojas, Jesús aprieta fuerte los puños, Sandra lloriquea y se mueve inquieta en su silla... Son los signos de alarma que avisan de que el pequeño está a punto de perder el control. En estas situaciones hay que echar mano del improvisador que cada padre lleva dentro para desviar la atención del niño. “¡Mira, vamos a contar cuántos coches rojos pasan!”, le dice Sonia a su hija cuando la niña empieza a agobiarse en el autobús.
Otra opción es anticipar las consecuencias, por ejemplo “como te estás portando tan bien, al terminar te subo en el caballito”. Pero ¡ojo!, tratándose de niños tan pequeños la recompensa tiene que ser pronto y no es conveniente hacerlo siempre, ya que así entendería que solo tiene que portarse bien a cambio de premios.

3- Ignorar

Y llegamos al quid de la cuestión. Hemos seguido a rajatabla los pasos 1 y 2 y, aún así, nos encontramos con una hermosa rabieta entre manos. Al igual que pasa con los adultos, con un niño en pleno ataque de ira no se puede razonar. Lo mejor que podemos hacer es ignorar su comportamiento, no prestarle ninguna atención. ¿Y eso por qué? Pues porque la pataleta es un comportamiento negativo y nuestra atención un premio, por lo tanto no tiene sentido premiarle con atención, aunque sea para regañarle, si lo que queremos es que deje de comportarse así.
  • En casa es muy fácil. Basta con cambiarnos de habitación y seguir a lo nuestro. Seguramente ni tendremos que molestarnos en vigilarlo, ya que es muy probable que nos siga por toda la casa (ya hemos dicho que una rabieta sin público es como un jardín sin flores).
  • En la calle, es otro cantar. Si estamos en una zona sin peligro basta con alejarnos unos metros, no mirarlo o hacer como que hablamos por teléfono. Si se puede hacer daño o intenta golpearnos a nosotros podemos sujetarlo con firmeza.
  • En un restaurante, lo más probable es que tengamos que sacarlo fuera un ratito hasta que se calme y, seguramente, en alguna ocasión habrá que ceder y que se salga con la suya. Esta debe ser la excepción y no la norma, ya que si los niños aprenden que llorando y pataleando al final obtienen lo que quieren, estamos perdidos.

4- Pasar página

Y una vez que haya pasado el chaparrón... a otra cosa. Aunque estemos todavía con el 'mosqueo' del mal rato que nos ha hecho pasar, en el momento en el que deje la rabieta le acogemos y damos por zanjado el tema sin hacer comentarios sobre lo que ha ocurrido.
Ya hemos hablado de qué hacer para reducir su mal comportamiento, pero los padres muchas veces olvidamos premiarles cuando lo hacen bien, con lo cual, los niños sacan la conclusión de que solo les prestan atención cuando se portan mal. En el día hay un montón de oportunidades para decirles lo bien que hacen las cosas: “¡Qué bien está comiendo hoy mi niño!”, “¡me encanta cuando juegas con tu primo sin pelearte!”, “¡cómo me gusta qué me ayudes a regar las plantas!”.
Del mismo modo, dedicarle todos los días un ratito de atención en exclusiva, compartiendo un juego del que él sea protagonista, es la mejor inversión anti-rabietas que podemos hacer.

Alguna cosa más sobre las rabietas

  • Dependen del temperamento del niño. Los que de bebés lloraban mucho y eran difíciles de calmar, pueden tener más rabietas entre los 2 y los 4 años.
  • La actitud de los padres debe ser tranquila y firme. Si durante la rabieta, los niños ven que 'flaqueamos', esta durará más.
  • Si nunca hemos ignorado su comportamiento durante las pataletas, es posible que estas aumenten en intensidad y frecuencia tras empezar a hacerlo, pero seguramente remitirá a los pocos días.
  • Aunque las pataletas parecen eternas, el desgaste físico y emocional de los peques es tan grande que no suelen durar más de media hora y se reducen a 5 o 10 minutos si mantenemos siempre la misma actitud.
  • Es importante que todas las personas que cuidan al peque sigan las mismas normas, que deben ser pocas y muy claras.
Por: Laura Guerrero
Asesorado por: Jesús Jarque García. Orientador psicopedagógico en infantil y primaria.

jueves, 22 de mayo de 2014

ALIMENTACIÓN DEL BEBÉ Paso a paso de la lactancia materna

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El test de la lactancia materna

¿Seré capaz de dar el pecho a mi hijo? La respuesta es un rotundo sí. Y con mayúsculas. De hecho, se trata de una de las prácticas más naturales del ser humano, y prueba de ello es que miles de años de evolución no la han modificado. Sin embargo, no deja de ser algo «nuevo» para la madre primeriza, que además suele estar sobrecargada por decenas de mitos populares y con un listado de rígidas normas a seguir. Eso no pone las cosas fáciles. Para empezar, porque cada madre tendrá que encontrar «su» fórmula para dar lo mejor a ese bebé que tiene entre sus brazos. ¿La recomendación más práctica? Dejar los agobios a un lado y confiar en la naturaleza.

Paso a paso de la lactancia materna

La primera toma: si se coloca al bebé sobre el pecho de su madre nada más nacer, él solo irá buscando su «ración» (desde el primer minuto de vida ya pueden succionar). Pero habrá que dejarle su tiempo: dejar que huela a mamá, que vaya buscando el pezón... Ellos nacen preparados para mamar, así que lo más importante es dejarles hacer. Si la piel de la madre y la del bebé están en contacto directo y ambos están tranquilos, resultará más sencillo.
La subida de la leche: suele ocurrir a partir de las 48 horas posteriores al parto, y consiste en la transformación del calostro (el primer alimento del bebé, con muchas defensas y proteínas) en otra leche, menos espesa y de color más blanquecino (también con proteínas, vitaminas y minerales, pero más abundante en grasas y carbohidratos que el calostro). La subida de la leche puede conllevar un aumento del tamaño del pecho en algunas madres. Si no ha habido una succión activa del bebé, puede retrasarse.
El estímulo: no es necesario preparar el pecho para que dé leche ni durante el embarazo ni después. Si has sido madre, ya está preparado. Sin embargo, sí puedes estimularlo para producir más cantidad. ¿Cómo? Poniendo al bebé al pecho. Con su succión, estará estimulando el pecho para que produzca más alimento.
Cuándo ponerle al pecho: tu hijo llorará cuando tenga hambre, pero se puede evitar llegar a eso. Poco a poco, empezarás a identificar las llamadas «señales tempranas de hambre». Verás que, cuando quiere comer, busca el pecho de quien lo coge, saca la lengua, si alguien le pone un dedo junto a su mejilla intenta chuparlo... Sin embargo, durante los primeros días puede resultar difícil advertir esas señales, así que lo mejor es ponerle con frecuencia al pecho, tanto de día como durante la noche. Si tiene hambre, intentará comer, y si no, seguro que le gustará ser acurrucado por mamá. Cada recién nacido determina cuántas tomas necesita al día: pueden ser 8, 12, 16...

¿Hay una postura perfecta?

Hay libros que identifican posturas «ideales»: boca arriba, recostada en la cama, como cuando nos sentamos en el sofá y ponemos los pies encima de la mesa; de lado; sentadas, con la espalda ligeramente hacia atrás... Pero lo cierto es que cada madre tiene un tamaño de pecho diferente, y su hijo puede adaptarse a él de distintas formas. La postura perfecta es aquella en la que la madre está cómoda y el bebé también.
Solamente sigue estas tres recomendaciones:
  • La cabeza del pequeño tiene que estar más bien inclinada hacia atrás. Incluso a nosotros, los adultos, nos resulta muy difícil tragar si la inclinamos hacia delante (haz la prueba bebiendo un vaso de agua).
  • También puede favorecer el enganche que no lleves ninguna prenda sobre el pecho, para que elrecién nacido esté en contacto directo con tu cuerpo, con su barbilla y su nariz apoyadas en tu seno. Si tienes dificultades, prueba a cogerlo sin la manta con la que sueles sujetarlo y mira si el cojín de lactancia hace que el bebé esté separado de ti (puede servirte para apoyar los antebrazos, pero procura que no se interponga entre su boca y tu pecho).
  • Dejar que se mueva y busque por sí mismo, olvidándote de talleres, reglas, consejos... Cuanto menos pienses en ello, más fácil te resultará.
Por: Lola Teixido. Asesoras: Juana María Aguilar, coordinadora de lactancia materna del Hospital 12 de octubre y Consultora Internacional en Lactancia Materna; y Concha de Alba Romero, médico del Servicio de Neonatología del Hospital 12 de octubre y Consultora de lactancia por UNICEF.

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El test de la lactancia materna

lunes, 24 de marzo de 2014

MANICURA PARA BEBÉS Consejos para cortar las uñas al bebé

Cómo cortar las uñas al bebé
Galería



Durante los primeros meses, a los niños les crecen muy rápido las uñas, así que conviene cortárselas en cuanto sobresalen un poco de los deditos para que no se arañen la cara. A los bebés les crecen las uñas muy rápido, así que puede ser necesario repetir la operación una o dos veces por semana. Esta tarea asusta a los padres primerizos, pero es muy sencilla si sabes cómo hacerlo. Elige un momento en el que el bebé esté tranquilo y no lo prolongues mucho para que no se inquiete.

Posición

El bebé debe estar bien sujeto y tranquilo. Si ya se mantiene sentado, ponle de espaldas a ti y rodea sus brazos para evitar que pueda dar un manotazo y lastimarse con la tijerita.

¿Cómo son las tijeras de uñas para bebés?

Existen tijeritas especiales para los niños más pequeños, se llaman romas. Son pequeñitas y tienen las puntas redondeadas. Deben estar limpias y secas y se de uso exclusivo para el chiquitín.

Cortaúñas

A partir de los seis meses se puede usar un cortaúñas para bebés. Se pone frente a la punta del dedo a ras de la uña, pero sin tocar la piel, se apoya y se corta.

El corte

Ha de ser rápido, si no, el bebé se cansará. Las tijeras se colocan perpendiculares al dedo, así se puedecortar la uña sin tener que aproximarse mucho a la piel. Es mejor cortar en cuadrado que en redondo, para que las uñas no se encarnen.


Cómo cortar las uñas al bebé
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Por: Marta Rubio

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jueves, 6 de febrero de 2014

¿FARINGITIS O AMIGDALITIS? ¿Por qué le duele la garganta?


A los niños les da igual el nombre y tienen muy claro lo que les pasa. La garganta les duele y eso es lo único importante. Sin embargo, detrás de este síntoma puede haber distintas causas, principalmente dos: un catarro de toda la vida que se acompaña con dolor de garganta o una inflamación de la faringe, las amígdalas o ambas. Los pediatras utilizan casi de forma sinónima los términos más médicos para definirlas: faringoamigdalitis (FAA), faringitis o amigdalitis, siendo el primero el más utilizado. La razón es que faringe y laringe son dos órganos tan cercanos que la infección común es la más habitual.
Aunque se trata de un dolor muy escandaloso, la clave de su gravedad reside en la causa. Así, solo es preocupante, y tampoco mucho, si está producida por una bacteria, en concreto,l estreptococo betahemolítico del grupo A, también conocido por sus siglas EBHGA. Pero la gran mayoría de las infecciones de garganta, entre el 75 y el 80% están lejos de ser provocadas por la bacteria. Como ocurre con los catarros, son los virus los responsables de tan molesta inflamación.

¿Es una infección vírica o bacteriana?

A los padres poco les importa quién provoca el dolor de garganta de los más pequeños, buscan soluciones y las buscan rápido, de ahí que sea uno de los motivos más frecuentes en las consultas de los pediatras. Estos, sin embargo, advierten de que existen varias formas de distinguir las faringoamigdalitis bacterianas de las víricas y que son las primeras las únicas que requieren de un tratamiento médico establecido desde hace años, los antibióticos.
La forma más fácil de distinguir ambas formas de dolor de garganta es por los síntomas que lo acompañan.Aquellos que son clásicos de un resfriado, como el exceso de mocos o rinorrea, la tos, los estornudos o la conjuntivitis indicarían un dolor de garganta de origen vírico. Para él, poca más solución que beber líquidos y descansar. Como mucho, el paracetamol o el ibuprofeno en dosis pediátricas para bajar la fiebre y mejorar el malestar. Los médicos tienen claro que la visita al centro de salud dista de ser necesaria aunque, si los padres lo prefieren, mucho mejor que sea el pediatra de cabecera el que vea al niño. Ir a urgencias por unos síntomas como los descritos es una pérdida de tiempo para padres, niños y profesionales sanitarios.
Existe otra forma muy fácil de descartar un dolor de garganta de origen bacteriano y no es otra que la edad. Los libros de medicina son contundentes cuando afirman que este tipo de infección es muy rara por debajo de los tres años. Además, esta infecciones son más frecuentes de otoño a primavera y por lo tanto menos proclives a aparecer en el verano.
Pero los dolores de garganta provocados por el estreptococo también tienen características asociadas.Así, se acompañan de fiebre elevada y de una inflamación en los ganglios del cuello, lo que se conoce como adenopatías. Cuando se les presiona la garganta a los niños en ese punto, les duele. Pero además, suelen tener manchitas, llamadas petequias, en el paladar.

Las placas en la garganta no son una pista

Hay un síntoma que muchos padres consideran que es exclusivo del dolor del garganta más grave, que sería el bacteriano. Es lo que todo el mundo denomina «placas», pero que científicamente se llamaexudado amigdalar. Es una capa que recubre las amígdalas de color blanca o grisácea y que es sinónimo, efectivamente, de una mayor infección, pero no lo es de más gravedad.
A pesar de lo que se cree, las placas pueden aparecer tanto en los dolores de garganta de origen vírico como en las causadas por bacterias, aunque en estas últimas son casi de obligada aparición.
Precisamente por ser las placas comunes a los dos tipos de faringitis, su tratamiento también es distinto según la infección a la que acompañen. Adiós a la barra libre de antibióticos solo porque en la garganta existan placas, esa fase hace tiempo que la pediatría la superó. Mientras que todas las infecciones de garganta bacterianas cursan con este síntoma, también en las víricas puede aparecer.
Si es bacteriana: antibióticos
Solo está indicado recetar antibióticos si se demuestra que la faringoamigdalitis es de origen bacteriano, algo que solo se puede saber si se realiza un cultivo faríngeo, una prueba muy sencilla que consiste simplemente en tomar una muestra de esas placas que acompañan a todo dolor de garganta de origen bacteriano, lo que se lleva a cabo con una torunda, un palillo largo de plástico con una especie de algodón en el extremo.
También se puede realizar un test rápido para la detección de EBHGA. Lo hacen en la propia consulta del pediatra y, si da positivo, recetará los antibióticos de inmediato. Sin embargo, si es negativo pero los síntomas apuntan a un origen bacteriano, se tomará el cultivo de todas formas. Solo en 24 horas se sabrá si el niño tiene o no la infección por bacterias.
Hay dos antibióticos que reinan en el tratamiento de este tipo de afección y son la penicilina y laamoxicilina, que el niño tendrá que tomar durante diez días. La intención principal de recetar antibióticos es, además de conseguir una mejoría rápida del pequeño, evitar una rara complicación, las fiebres reumáticas.
Si es vírica: se cura sola
¿Y qué pasa con las infecciones de garganta de origen vírico? A pesar de su poca gravedad, desgraciadamente el niño no distingue eso y tanto los pequeños como sus padres lo pasan mal en busca de soluciones. Así, los antiinflamatorios como el ibuprofeno y analgésicos como el paracetamol son los más recetados, aún sabiendo que es el propio organismo el que se va a encargar de parar a los virus causantes de la infección.

El niño no quiere comer

Como ocurre con todo malestar, es muy posible que los niños no quieran comer. De nuevo, el consejo de los pediatras ha cambiado en los últimos años y ahora lo que impera es no forzar nunca a los más pequeños a comer. Eso sí, se les debe de ofrecer diversas opciones de alimentos para que la apetencia por alguno concreto pueda vencer al dolor. Pero, si no quieren nada, no habrá que darles nada, excepto si muestran síntomas de deshidratación, caso en el que los pediatras recomiendan recurrir a los sueros de rehidratación oral, de venta en farmacias.
El caso de los bebés es similar, aunque es importante recordar que la infección de garganta de origen bacteriano es muy rara en niños menores de tres años. No lo es, por supuesto, la vírica, que se distingue de la de los más mayores precisamente en el tipo de placas que se forman a veces que, en el caso de los bebés, son más parecidas llagas pequeñas que recurren toda la zona.

Por: Ainhoa Iriberri
Asesora: Dra. Mar Duelo, pediatra en el Centro de Atención Primaria Las Calesas, de Madrid.


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martes, 4 de febrero de 2014

DESARROLLO Sus primeros pasos: ¡empieza a andar!

Empezar a andar supondrá un antes y un después en la vida de nuestro hijo. Por regla general, el inicio de la marcha autónoma, aunque, a veces, aún requieran un poco de ayuda, suele ocurrir en torno a los 12-13 meses y se considera normal hasta los 15, o incluso hasta los 18. Más allá de esa edad sería motivo de consulta.
La edad a la que los bebés dan sus primeros pasos varía mucho de un niño a otro:
  • Unos intentan ponerse de pie a los siete meses y a los nueve corren a toda velocidad.
  • Otros, por el contrario, no se dan su primer paseo sin ayuda hasta cumplir el año.
  • Los hay que están tan cómodos gateando que no tienen como prioridad hacer un esfuerzo excesivo y se lo toman con mucha más calma

Se caen, se levantan y ¡vuelta a empezar!

  • Es muy curioso y enternecedor ver a nuestro pequeño andar por primera vez. Entre lo que le abulta el pañal y la falta de práctica al principio, la simpática imagen que tendremos de sus primeros pasos será caminando con las piernas separadas y los pies apuntando hacia fuera, en un vacilante balanceo de lado a lado que en más de una ocasión le hará dar con el culete en el suelo.
  • Tras muchas caídas y con una inquebrantable fuerza de voluntad, nuestro bebé aprenderá a estabilizar la marcha. Para ello, juntará las piernas cada vez más, colocará los pies en paralelo y dará pasitos más cortos. Al mismo tiempo, utilizará los brazos para guardar el equilibrio.
  • Un bebé está listo para caminar cuando se pone de pie por sí mismo y empieza a dar espontáneamente sus primeros pasos, aún tambaleantes, buscando apoyo en los muebles o la pared. Normalmente, su intención es acercarse a la madre o a sus objetos más querido.
  • El propio niño nos indicará a través de sus movimientos si está preparado o no. Forzar este proceso es inútil e incluso contraproducente. Si le obligamos, el niño empezará a caminar por responder al deseo de los padres, pero con mucho menos equilibrio y seguridad que si hubiera conquistado la postura por sí mismo.
  • No es recomendable ponerle a andar si todavía no es capaz de estirar las piernecitas, solo porque nos parezca que ya es el momento o por competiciones absurdas con otros niños.
  • Aprender a caminar es un complejísimo proceso que requiere fuerza, habilidad, equilibrio y una postura adecuada. El niño no podrá hacerlo correctamente hasta que sus piernas, glúteos y tobillos estén firmes y la musculatura de la espalda esté completamente fortalecida

Equilibrio y confianza

Para caminar, el niño debe lograr una postura erecta. Desde esa nueva posición cambia completamente su perspectiva del mundo, hasta ahora reducida a la cuna, la silla o los brazos de mamá. Al erguirse, adquiere la posición humana por excelencia (que es la que ha visto en sus padres y en los adultos que le rodean). Y, además, liberará las manos, que le servirán de gran ayuda las primeras veces que se lance a caminar.
Una vez conseguido, lo fundamental es mantener el equilibrio. Para ello cuenta con el apoyo de sus manitas, que le ayudarán a reequilibrarse cuando vaya a caer. La marcha se iniciará cuando maduren estos dos factores: el equilibro y la confianza en los apoyos.
A nivel psicológico también se inicia una auténtica revolución. Al tener autonomía, el niño es capaz de explorar su entorno y acercarse a los objetos y las personas que llaman su atención. Llega a espacios a los que antes solo accedía en brazos de sus padres (y aunque él no quisiera). Ya no espera para recibir las atenciones que necesita, sino que él mismo puede ir a buscar a su madre o alejarse de ella. Ahora descubrirá que hay libertad, pero también límites

Una etapa difícil

  • Cuando empieza a andar, el niño necesita ejercer su nueva habilidad para desarrollarse. Comienza una época difícil para los padres. Ya no es posible tenerle tan controlado como antes y no podemos pretender negarle el mundo ahora que lo ha descubierto.
  • No es que de repente nuestro angelito se haya vuelto un diablillo, es que descubrir todo lo que puede hacer él solito es fascinante para él. Aún no conoce el miedo y su afán será probar todo lo que le llame la atención. Por eso tendremos que estrechar la vigilancia y evitar los peligros potenciales. Establecer algunos límites, le ayudará a estrenar su libertad sin hacerse daño.
  • Es muy importante aprender a decirles "no" cuando sea necesario. Frases como "ahí no se entra", "eso no se toca", "eso no se hace", "no vayas allí", pondrán los límites precisos a su nueva aventura

Dudas frecuentes


¿Si ha empezado a gatear pronto, andará antes?

El hecho de comenzar a gatear muy pronto no quiere decir que el niño vaya a caminar antes. Hay bebés que se sienten tan cómodos con esta manera de desplazarse que no tienen prisa por aprender a caminar

Anda de puntillas, ¿es un problema?

Les pasa a muchos niños. Suele ser una etapa transitoria, hasta que comienzan a apoyar alternativamente el talón y los dedos. Es habitual que lo hagan hasta los 18 meses, pero si continúan caminando de puntillas más allá de los dos años, podría deberse a alguna anomalía muscular o nerviosa que es necesario tratar

¿Es necesario haber gateado primero?

Normalmente, la fase previa a caminar es el gateo. Andar a cuatro patas fortalece los músculos y favorece la coordinación de brazos y piernas. Sin embargo, hay niños que no han gateado nunca y eso no les ha supuesto ningún problema a la hora de aprender a caminar

¿El taca-taca es perjudicial?

Sí, incluso puede ser peligroso. Obliga a los niños a ir en una posición artificial semierguida e inestable en la que no ejercitan el sentido del equilibrio. Los pequeños no controlan sus propias posibilidades de reequilibrase ni de reorganizar su postura, adquieren velocidades excesivas y llevan un apoyo que no van a tener cuando caminen solos. En algunos países están prohibidos
Por: Luz Bartivas.
Asesora: Mary Ángeles Cremades, directora del Centro Auconturier de Ayuda Psicomotriz y Psicología Infantil de Madrid.

viernes, 24 de enero de 2014

CURIOSIDADES SOBRE LOS BEBÉS 10 cosas que no sabías de tu bebé

Diez curiosidades sobre bebés

  • En los nueve meses que hay entre la concepción y el nacimiento, el peso del bebé se duplica 3.000 millones de veces.
  • Entre el nacimiento y los dos años de vida, el niño cuadruplica su tamaño.
  • El cerebro de un recién nacido supone el 10 por ciento del total del peso de su cuerpo (en los adultos supone el 2 por ciento).
  • El corazón de los recién nacidos late mucho más deprisa (entre 130-160 pulsaciones/ minuto) que el de los adultos (70-80 latidos/ minuto).
  • El bebé humano es el único ser vivo que sonríe intencionadamente a sus padres.
  • El pie del recién nacido viene a ser la tercera parte del pie que tendrá de adulto, y al año ya es casi la mitad.
  • Durante los primeros días de vida, los bebés lloran sin lágrimas, ya que aún tienen cerrados los conductos lagrimales.
  • Todos los bebés estornudan para limpiar sus vías respiratorias. Eso no significa que estén resfriados.
  • El sentido más potente en los bebés es el olfato. De hecho, reconocen a su madre por su olor.
  • Sea cual sea la fecha de nacimiento de tu hijo, compartirá el día de su cumpleaños con otros 9 millones de personas en el planeta.