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En cada consulta con seguridad quedan muchas dudas e inquietudes, el objetivo de este blog es que los padres no estén en ignorancia respecto a los problemas de salud de sus hijos.

Lejos ha quedado aquella época donde el médico era el único dueño de los conocimientos, la vida actual hace que los padres sean parte del problema y porque no de las soluciones.

A partir del 12 abril de 2014 atención de Av. La Unión N° 34

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jueves, 6 de febrero de 2014

¿FARINGITIS O AMIGDALITIS? ¿Por qué le duele la garganta?


A los niños les da igual el nombre y tienen muy claro lo que les pasa. La garganta les duele y eso es lo único importante. Sin embargo, detrás de este síntoma puede haber distintas causas, principalmente dos: un catarro de toda la vida que se acompaña con dolor de garganta o una inflamación de la faringe, las amígdalas o ambas. Los pediatras utilizan casi de forma sinónima los términos más médicos para definirlas: faringoamigdalitis (FAA), faringitis o amigdalitis, siendo el primero el más utilizado. La razón es que faringe y laringe son dos órganos tan cercanos que la infección común es la más habitual.
Aunque se trata de un dolor muy escandaloso, la clave de su gravedad reside en la causa. Así, solo es preocupante, y tampoco mucho, si está producida por una bacteria, en concreto,l estreptococo betahemolítico del grupo A, también conocido por sus siglas EBHGA. Pero la gran mayoría de las infecciones de garganta, entre el 75 y el 80% están lejos de ser provocadas por la bacteria. Como ocurre con los catarros, son los virus los responsables de tan molesta inflamación.

¿Es una infección vírica o bacteriana?

A los padres poco les importa quién provoca el dolor de garganta de los más pequeños, buscan soluciones y las buscan rápido, de ahí que sea uno de los motivos más frecuentes en las consultas de los pediatras. Estos, sin embargo, advierten de que existen varias formas de distinguir las faringoamigdalitis bacterianas de las víricas y que son las primeras las únicas que requieren de un tratamiento médico establecido desde hace años, los antibióticos.
La forma más fácil de distinguir ambas formas de dolor de garganta es por los síntomas que lo acompañan.Aquellos que son clásicos de un resfriado, como el exceso de mocos o rinorrea, la tos, los estornudos o la conjuntivitis indicarían un dolor de garganta de origen vírico. Para él, poca más solución que beber líquidos y descansar. Como mucho, el paracetamol o el ibuprofeno en dosis pediátricas para bajar la fiebre y mejorar el malestar. Los médicos tienen claro que la visita al centro de salud dista de ser necesaria aunque, si los padres lo prefieren, mucho mejor que sea el pediatra de cabecera el que vea al niño. Ir a urgencias por unos síntomas como los descritos es una pérdida de tiempo para padres, niños y profesionales sanitarios.
Existe otra forma muy fácil de descartar un dolor de garganta de origen bacteriano y no es otra que la edad. Los libros de medicina son contundentes cuando afirman que este tipo de infección es muy rara por debajo de los tres años. Además, esta infecciones son más frecuentes de otoño a primavera y por lo tanto menos proclives a aparecer en el verano.
Pero los dolores de garganta provocados por el estreptococo también tienen características asociadas.Así, se acompañan de fiebre elevada y de una inflamación en los ganglios del cuello, lo que se conoce como adenopatías. Cuando se les presiona la garganta a los niños en ese punto, les duele. Pero además, suelen tener manchitas, llamadas petequias, en el paladar.

Las placas en la garganta no son una pista

Hay un síntoma que muchos padres consideran que es exclusivo del dolor del garganta más grave, que sería el bacteriano. Es lo que todo el mundo denomina «placas», pero que científicamente se llamaexudado amigdalar. Es una capa que recubre las amígdalas de color blanca o grisácea y que es sinónimo, efectivamente, de una mayor infección, pero no lo es de más gravedad.
A pesar de lo que se cree, las placas pueden aparecer tanto en los dolores de garganta de origen vírico como en las causadas por bacterias, aunque en estas últimas son casi de obligada aparición.
Precisamente por ser las placas comunes a los dos tipos de faringitis, su tratamiento también es distinto según la infección a la que acompañen. Adiós a la barra libre de antibióticos solo porque en la garganta existan placas, esa fase hace tiempo que la pediatría la superó. Mientras que todas las infecciones de garganta bacterianas cursan con este síntoma, también en las víricas puede aparecer.
Si es bacteriana: antibióticos
Solo está indicado recetar antibióticos si se demuestra que la faringoamigdalitis es de origen bacteriano, algo que solo se puede saber si se realiza un cultivo faríngeo, una prueba muy sencilla que consiste simplemente en tomar una muestra de esas placas que acompañan a todo dolor de garganta de origen bacteriano, lo que se lleva a cabo con una torunda, un palillo largo de plástico con una especie de algodón en el extremo.
También se puede realizar un test rápido para la detección de EBHGA. Lo hacen en la propia consulta del pediatra y, si da positivo, recetará los antibióticos de inmediato. Sin embargo, si es negativo pero los síntomas apuntan a un origen bacteriano, se tomará el cultivo de todas formas. Solo en 24 horas se sabrá si el niño tiene o no la infección por bacterias.
Hay dos antibióticos que reinan en el tratamiento de este tipo de afección y son la penicilina y laamoxicilina, que el niño tendrá que tomar durante diez días. La intención principal de recetar antibióticos es, además de conseguir una mejoría rápida del pequeño, evitar una rara complicación, las fiebres reumáticas.
Si es vírica: se cura sola
¿Y qué pasa con las infecciones de garganta de origen vírico? A pesar de su poca gravedad, desgraciadamente el niño no distingue eso y tanto los pequeños como sus padres lo pasan mal en busca de soluciones. Así, los antiinflamatorios como el ibuprofeno y analgésicos como el paracetamol son los más recetados, aún sabiendo que es el propio organismo el que se va a encargar de parar a los virus causantes de la infección.

El niño no quiere comer

Como ocurre con todo malestar, es muy posible que los niños no quieran comer. De nuevo, el consejo de los pediatras ha cambiado en los últimos años y ahora lo que impera es no forzar nunca a los más pequeños a comer. Eso sí, se les debe de ofrecer diversas opciones de alimentos para que la apetencia por alguno concreto pueda vencer al dolor. Pero, si no quieren nada, no habrá que darles nada, excepto si muestran síntomas de deshidratación, caso en el que los pediatras recomiendan recurrir a los sueros de rehidratación oral, de venta en farmacias.
El caso de los bebés es similar, aunque es importante recordar que la infección de garganta de origen bacteriano es muy rara en niños menores de tres años. No lo es, por supuesto, la vírica, que se distingue de la de los más mayores precisamente en el tipo de placas que se forman a veces que, en el caso de los bebés, son más parecidas llagas pequeñas que recurren toda la zona.

Por: Ainhoa Iriberri
Asesora: Dra. Mar Duelo, pediatra en el Centro de Atención Primaria Las Calesas, de Madrid.


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martes, 4 de febrero de 2014

DESARROLLO Sus primeros pasos: ¡empieza a andar!

Empezar a andar supondrá un antes y un después en la vida de nuestro hijo. Por regla general, el inicio de la marcha autónoma, aunque, a veces, aún requieran un poco de ayuda, suele ocurrir en torno a los 12-13 meses y se considera normal hasta los 15, o incluso hasta los 18. Más allá de esa edad sería motivo de consulta.
La edad a la que los bebés dan sus primeros pasos varía mucho de un niño a otro:
  • Unos intentan ponerse de pie a los siete meses y a los nueve corren a toda velocidad.
  • Otros, por el contrario, no se dan su primer paseo sin ayuda hasta cumplir el año.
  • Los hay que están tan cómodos gateando que no tienen como prioridad hacer un esfuerzo excesivo y se lo toman con mucha más calma

Se caen, se levantan y ¡vuelta a empezar!

  • Es muy curioso y enternecedor ver a nuestro pequeño andar por primera vez. Entre lo que le abulta el pañal y la falta de práctica al principio, la simpática imagen que tendremos de sus primeros pasos será caminando con las piernas separadas y los pies apuntando hacia fuera, en un vacilante balanceo de lado a lado que en más de una ocasión le hará dar con el culete en el suelo.
  • Tras muchas caídas y con una inquebrantable fuerza de voluntad, nuestro bebé aprenderá a estabilizar la marcha. Para ello, juntará las piernas cada vez más, colocará los pies en paralelo y dará pasitos más cortos. Al mismo tiempo, utilizará los brazos para guardar el equilibrio.
  • Un bebé está listo para caminar cuando se pone de pie por sí mismo y empieza a dar espontáneamente sus primeros pasos, aún tambaleantes, buscando apoyo en los muebles o la pared. Normalmente, su intención es acercarse a la madre o a sus objetos más querido.
  • El propio niño nos indicará a través de sus movimientos si está preparado o no. Forzar este proceso es inútil e incluso contraproducente. Si le obligamos, el niño empezará a caminar por responder al deseo de los padres, pero con mucho menos equilibrio y seguridad que si hubiera conquistado la postura por sí mismo.
  • No es recomendable ponerle a andar si todavía no es capaz de estirar las piernecitas, solo porque nos parezca que ya es el momento o por competiciones absurdas con otros niños.
  • Aprender a caminar es un complejísimo proceso que requiere fuerza, habilidad, equilibrio y una postura adecuada. El niño no podrá hacerlo correctamente hasta que sus piernas, glúteos y tobillos estén firmes y la musculatura de la espalda esté completamente fortalecida

Equilibrio y confianza

Para caminar, el niño debe lograr una postura erecta. Desde esa nueva posición cambia completamente su perspectiva del mundo, hasta ahora reducida a la cuna, la silla o los brazos de mamá. Al erguirse, adquiere la posición humana por excelencia (que es la que ha visto en sus padres y en los adultos que le rodean). Y, además, liberará las manos, que le servirán de gran ayuda las primeras veces que se lance a caminar.
Una vez conseguido, lo fundamental es mantener el equilibrio. Para ello cuenta con el apoyo de sus manitas, que le ayudarán a reequilibrarse cuando vaya a caer. La marcha se iniciará cuando maduren estos dos factores: el equilibro y la confianza en los apoyos.
A nivel psicológico también se inicia una auténtica revolución. Al tener autonomía, el niño es capaz de explorar su entorno y acercarse a los objetos y las personas que llaman su atención. Llega a espacios a los que antes solo accedía en brazos de sus padres (y aunque él no quisiera). Ya no espera para recibir las atenciones que necesita, sino que él mismo puede ir a buscar a su madre o alejarse de ella. Ahora descubrirá que hay libertad, pero también límites

Una etapa difícil

  • Cuando empieza a andar, el niño necesita ejercer su nueva habilidad para desarrollarse. Comienza una época difícil para los padres. Ya no es posible tenerle tan controlado como antes y no podemos pretender negarle el mundo ahora que lo ha descubierto.
  • No es que de repente nuestro angelito se haya vuelto un diablillo, es que descubrir todo lo que puede hacer él solito es fascinante para él. Aún no conoce el miedo y su afán será probar todo lo que le llame la atención. Por eso tendremos que estrechar la vigilancia y evitar los peligros potenciales. Establecer algunos límites, le ayudará a estrenar su libertad sin hacerse daño.
  • Es muy importante aprender a decirles "no" cuando sea necesario. Frases como "ahí no se entra", "eso no se toca", "eso no se hace", "no vayas allí", pondrán los límites precisos a su nueva aventura

Dudas frecuentes


¿Si ha empezado a gatear pronto, andará antes?

El hecho de comenzar a gatear muy pronto no quiere decir que el niño vaya a caminar antes. Hay bebés que se sienten tan cómodos con esta manera de desplazarse que no tienen prisa por aprender a caminar

Anda de puntillas, ¿es un problema?

Les pasa a muchos niños. Suele ser una etapa transitoria, hasta que comienzan a apoyar alternativamente el talón y los dedos. Es habitual que lo hagan hasta los 18 meses, pero si continúan caminando de puntillas más allá de los dos años, podría deberse a alguna anomalía muscular o nerviosa que es necesario tratar

¿Es necesario haber gateado primero?

Normalmente, la fase previa a caminar es el gateo. Andar a cuatro patas fortalece los músculos y favorece la coordinación de brazos y piernas. Sin embargo, hay niños que no han gateado nunca y eso no les ha supuesto ningún problema a la hora de aprender a caminar

¿El taca-taca es perjudicial?

Sí, incluso puede ser peligroso. Obliga a los niños a ir en una posición artificial semierguida e inestable en la que no ejercitan el sentido del equilibrio. Los pequeños no controlan sus propias posibilidades de reequilibrase ni de reorganizar su postura, adquieren velocidades excesivas y llevan un apoyo que no van a tener cuando caminen solos. En algunos países están prohibidos
Por: Luz Bartivas.
Asesora: Mary Ángeles Cremades, directora del Centro Auconturier de Ayuda Psicomotriz y Psicología Infantil de Madrid.